martes, 12 de junio de 2007

El Hermano Mayor


Del Gran Hermano de Orwell al Reality Show
El impacto de los reality show es indiscutible.
La convocatoria voyerista y exibicionista, evidente

El más convocante es el que alude a la novela de George Orwell 1984.
Gran Hermano sugiere la peor pesadilla humana, un clima opresivo de control totalitario, de dominación y sumisión absoluta. Sin embargo es un éxito tan rotundo que en muchos países ya va por su segunda o tercera edición.

El sistema de manipulación y control a través de la pantalla chica fue el argumento de la película The Truman Show (1998), donde un sujeto nace, se cría y vive en un mundo de simulacro. Ya allí lo real y lo simulado aparecen como indiferenciados.

Para redoblar la apuesta de que simulación y realidad no pueden distinguirse en 1999 se estrenó Matrix, que en forma brillante plantea la vieja idea de ser y existir solo en el sueño o en la pesadilla de un otro. El horror aumenta cuando ese otro es La Matrix una computadora que usa seres humanos como pilas descartables para generar energía. La frase conmovedora del relato es “Bienvenido al desierto de lo real” que marca el descubrimiento de un mundo devastado pero propio.

Luego vinieron los talk show donde el sufrimiento de personas reales es banalizado frente a las cámaras, nuevamente reforzando la idea de que lo simulado y lo real pueden ser -sin mayores dificultades- categorías intercambiables. El espectador percibe alguien que está sufriendo y no se conmueve, no le asigna a eso que ve la cualidad correspondiente.

Que sentido puede tener borrar el sufrimiento, hacerlo simulacro, si no es el poderoso control de la mente del espectador-consumidor.
Cambiarle sus percepciones para que no reconozca como sufrimiento lo que otro está viviendo, darle la categoría de ficción a lo que no lo es. Hacerle creer como a Truman que todos pueden ser actores o personas reales y que da igual, es lo mismo.

Banalizar la tragedia, en el sentido griego del término como dolor inexorable e irreversible, hasta transformarla en dibujo animado. Donde el sufrimiento psíquico no se sienta, donde no haya solidaridad ni empatía.

Del otro lado la pregunta que inquieta es: porqué un ser humano se presta para hacer público su sufrimiento. Y sin pensarlo demasiado aparece la remanida frase “por dos minutos de fama”. Aunque más cercano a la verdad sería decir: “para poder existir, aunque más no sea dos minutos en la mirada de algún otro ser humano que me reconozca como humano”.

La inversa es desaparecer, no existir para nada ni para nadie. La figura más temida del psiquismo humano es la desaparición, desaparecer de la mente del ser humano querido es un temor ancestral. Desaparecer de la mente de todos los seres humanos, no existir para nadie y no poder demostrar la existencia de ningún modo, es el dolor psíquico más intenso y más insoportable.

Eric Arthur Blair (1903-1950) Escribió con el seudónimo de George Orwell "1984" su novela más famosa, describe un mundo de control totalitario, dominado por el gobierno del "Big Brother" donde se manipula a los sujetos obligándolos a ver y a pensar lo que un grupo minoritario dirigido por el gran hermano quiere. De este modo el gran hermano borra la realidad dándole a la gente la versión de los hechos que a él le parece conveniente. Todo es controlado a través de la telepantalla, textualmente Orwell dice: “despiertos o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no hay escape. Nada es del individuo a no ser unos cuantos centímetros dentro de su cráneo”.

El pasado de cada ser humano y de la historia del lugar era borrado permanentemente y reescrito de acuerdo a las conveniencias del partido del Gran hermano.

En los reality se le pide al público que vote quien se queda y quien se va, quién sigue apareciendo en la pantalla y quién desaparece. Los juegos son una forma de aliviar la angustia en la cual se vive, transformando en activo lo vivido pasivamente, haciendole a otro lo que temo que me suceda a mí. Literalmente que otro me desaparezca.

En la novela, Orwell dice: “lo habitual era que las personas caídas en desgracia despareciesen sencillamente y no se volviera a oír hablar de ellas. Nunca se tenía la menor noticia de lo que hubiera podido ocurrirles, en algunos casos ni siquiera estaban muertos”.

En nuestra ciudad, la figura del desaparecido del mercado del consumo se le parece bastante, no se lo mata pero tampoco se los mira que es una forma de desaparecerlos. Familias enteras sin techo, que duermen donde pueden, que se organizan para comer la basura que sacan los restaurantes y que prolijamente abren cada uno de las bolsas de basura, buscando algo que sirva para sosportar. Aceptar que existen y que son humanos, es tan insoportable como ser “bienvenidos al desierto de lo real”, tan insoportable como estar absolutamente a merced del Gran Hermano, en un lugar desierto de lazos sociales, de solidarides, de reconocimiento del otro como un ser humano que sufre.

Me pregunto si siguen existiendo los ciudadanos, en el sentido de personas de pleno derecho, que votan eligiendo los designios de su ciudad o solo consumidores. Da la impresión que hoy solo quedan dos tipos de habitantes, los consumidores y los no consumidores. O en realidad sería mejor decir los tragados por el sistema y los escupidos del sistema.

Los incluidos que todavía son, tienen y pertenecen al sistema y los excluidos que quedaron sin ser, vaciados desfondados de ser, que no tienen nada ni siquiera esperanza y no pertenecen a la ciudad aunque vivan en ella.

Me parece que esta forma nueva del “Big Brother” que son las cadenas: “cadenas de noticieros”, “cadenas de supermercados”, “cadenas de reality shows” todos iguales, todos globalizados, todos uniformados. Van destruyendo el capital representativo, cambiando la historia, borrando el pasado. Decidiendo que atentados vamos a ver un millón de veces y que otros van a desaparecer simplemente porque la telepantalla decide que no existe. Que vamos a comer, que vamos a vestir y sobretodo quiénes van a ser reconocidos como humanos y a quienes arrojados a una categoría infrahumana.

Y mientras el “Gran Otro” va cambiando la historia, uno queda como un autómata como “Truman” obedeciendo a las representaciones del “Gran Hermano” por temor a quedar convertido en una pila descartable de la sociedad de consumo de La Mátrix.



Liliana Iglesias.

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viernes, 8 de junio de 2007

Pagar para Perder




La Resistencia de un pueblo impide el desarrollo minero en Argentina (titular de un diario estadounidense)


Existe una mina de oro y plata en Esquel que debe ser trabajada a cielo abierto.
Una multinacional con sede en los Estados Unidos de America estaba interesada en explotarla, prometiendo trabajo para 300 obreros.

Un grupo de vecinos preocupados por el ambiente, ya que el oro debe ser separado de la tierra mediante cianuro y la plata mediante arsénico (potentes venenos contaminantes ambos) y temiendo por la infiltración de residuos a ríos y napas de agua decidió agruparse en Asamblea para impedir la instalación de tal mina.
Mediante protestas pacíficas lograron un plebiscito. Mina sí... Mina no.
La multinacional ofreció asados, zapatillas y montones de regalos para convencer a la gente que votaran por el sí. Los habitantes comieron los asados, aceptaron las zapatillas y otros regalos y fueron a votar.

Votó el 75% del padrón municipal, cifra de presentismo no alcanzada en ninguna otra elección.

"No a la mina" obtuvo 81% de los sufragios, con lo cual no debió haberse hablado más del tema.

'Un pueblo que no se vende no puede ser comprado'
Los dirigentes de la Asamblea Vecinal empezaron a recibir amenazas de muerte, supuestamente, de parte de gente de la UOCRA llegados de Buenos Aires portando armas.

La empresa ha presentado un plan de trabajos que pretende extraer de la mina el equivalente en oro a dos mil quinientos millones de dólares (2.500.000.000) en 10 años sin contar lo extraído en plata.

Una ley sancionada durante el gobierno de Carlos Menem dice que el Estado Nacional no puede explotar las riquezas del subsuelo sino por intermedio de empresas privadas a las que cobrará un único cánon equivalente a un máximo del 3% del valor del metal extraído en boca de mina, el cual es más bajo que el precio internacional del metal.

Suponiendo que el valor del oro extraído en boca de mina fuera de 2000 millones en 10 años, le dejaría al Estado, o sea a nosotros, 60 millones de dólares. Pero como la ley nacional dice que se cobrará un canon del 3% como máximo, la ley del Chubut estableció un máximo del 2%, o sea que en vez de 60 millones esto se reduce a 40 millones.

Otra ley nacional dice que para favorecer las exportaciones realizadas desde puertos de la Patagonia, el Estado Nacional, o sea nosotros, retribuirá con un 5% del valor de tales exportaciones a las empresas que las realicen. O sea que la multinacional exportará en diez años, desde puertos patagónicos, 2500 millones de dólares (a precio internacional) con lo cual el estado Nacional o sea nosotros, deberemos retribuirles con 125 millones de dólares.
125 millones que pagaremos de impuestos, menos 40 millones que recibirá la Provincia de Chubut.

Pagaremos ochenta y cinco millones de dolares (85 000 000) para que ellos se lleven dosmil quinientos millones de dolares (2500 000 000) en oro.


Comision de Vecinos de Esquel
Ing. Agr. Darío S. Ceballos
Área Recursos Naturales EEA Delta del Paraná- INTA Tel: 03489-460075
Recibido por cadena de mail, foto: http://www.elestanque.com/

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